Me encontraba en mi casa, esperando a mi amiga que llegase de su visita al Parque de la Memoria, hoy 28 de Agosto de 2021. Le abrí la puerta de mi casa y le preparé un café. La noté un poco decaída, me imaginé que fue por su paseo del día. Es difícil saber cómo puede sentirse una persona en una situación en la que no se estuvo, por eso, en vez de sacar conclusiones, decidí preguntarle acerca de cómo estuvo su vuelta. Me contó que lo primero que notó al llegar a aquel lugar, fue la frontera que acontecía entre quienes iban a conocer el parque, a dar una vuelta, a informarse un poco, a pasear, y quienes eran recordados. Mientras unos tenían la posibilidad de elegir, de ser libres, de estar en paz, de disfrutar, de relajarse, reír, entre tantas otras cosas que son vivir en sí, otros eran simplemente un nombre, un número, quizás alguna estatua, recordados por haber sido extraídos de su propia vida. Me di cuenta que tuvo un gran impacto para ella haber presenciado aquel parque, probablemente porque estamos acostumbrados a que esta historia nos sea contada por personas, o a través de lecturas, y no de manera tan vívida como comentaba mi amiga. Me contó también que el parque se encontraba pintado de arte por todos lados. Creo que no existe mejor manera de transmitir los sentimientos que por medio de esta actividad. Recordaba esculturas, que eran entendibles, pero también llamaban a la interpretación. También habían carteles, éstos eran más directos y permitían hacer sentir no solo la tristeza, sino la bronca, la necesidad de justicia, y la brutalidad de los hechos.
Tome algunas fotos de las que ella sacó y me mostró en nuestra charla, mientras me iba contando un poco su perspectiva a medida que iba pasando por cada pintura. En un principio quise escribir acerca de lo que me iba contando, pero luego me di cuenta, que por más que no haya estado en aquel paseo, también tuve mi propia versión al momento de ver las fotos, por eso me gustaría contar qué sentí con algunas de las imágenes que, me hubiesen gustado apreciar en su forma original.
La primera fotografía que me mostró fue de la obra de DENNIS OPPENHEIM: “Monumento al escape”.
Esta escultura es llamativa a cualquier ojo que se posase sobre ella. Supongo que es, principalmente, por su color rojo fuerte y el extraño orden de las figuras. Me costó un poco comprender a simple vista a qué apuntaba, pero luego se me ocurrió que aquellos tres cubos podrían llegar a representar las habitaciones en donde las víctimas fueron presas del sufrimiento. La verdad es que si intento recrear qué pudieron haber sentido las personas dentro de esas cuatro paredes la angustia e impotencia logran invadirme. Le pedí que me muestre otra.
La siguiente que me muestra es de WILLIAM TUCKER: “Victoria”.
En esta figura noté que hay cierta incompletud, realmente no estoy segura de qué es, pero creo que estas figuras nos invitan a realizar nuestras propias interpretaciones. Todos vemos lo mismo, pero cada uno lo recibe distinto. En mi caso, lo asimilo con la vida de las víctimas, aquellas que sobrevivieron, y a aquellos familiares que sufrieron las pérdidas. A cada una de ellas, se les quitó un pedazo de vida, se les impuso la imposibilidad de avanzar y dejar el episodio atrás, no les permitió cerrar el ciclo, al igual que la escultura, que es cortada casi alcanzando el final de su camino.
Algo distinto que mencioné previamente, y que me pareció muy interesante por su manera de comunicar la invasión de sentimientos, son los “Carteles de la memoria”.
Estos carteles aparecían para remarcar el significado de aquella dictadura. No se puede evitar sentir enojo, ira, indignación, leyendo cada uno. Remarca también la complicidad que hubo, responsables, la maldad, el desinterés, y la vista hacia un costado de quienes no tuvieron que vivir ese horror.
Otra escultura que me gustaría remarcar, es la de CLAUDIA FONTES: “Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez”.
Acá se me hizo difícil relacionar la escultura y la época. A primera vista da lugar a preguntas. Luego recordé que muchas víctimas de la dictadura eran arrojadas a las aguas, por lo que pude encontrar el motivo de la escultura. Por supuesto que debo investigar más acerca de ésta, pero no dudo que exista un motivo allí.
Quería mencionarla porque fue la imagen que mas movimiento me causó. Ver aquella persona parada, sola, en medio de ese montón de agua, me produjo muchas sensaciones, principalmente de soledad, de angustia, de no tener una salida, y de muerte.
Por último, la de ROBERTO AIZENBERG: “Sin título”.
No hay duda en que esta escultura representa cuerpos, asumo que indican algún tipo de familia dado la forma de cada uno. Me la quedo mirando, imaginando que aquella familia podría haber sido la mía, y, de manera injusta, haber caído en aquel terrorismo de Estado. Creo que para cualquiera que analice esta imagen a través de su familia, sentiría esta misma angustia que me invade en este momento. Digamos nunca más.
Para concluir con este paseo por mis interpretaciones, creo que se convirtió en una necesidad ir a aquel Parque de la Memoria. Por un lado tenemos lo que nos cuentan en el colegio, o conocidos acerca de lo que saben de esta época, o quizás a veces vemos películas y leemos algún texto, pero por el otro lado, tenemos la opción de experimentar, en cierto modo, los sentimientos y emociones que rondaron aquella época entre las víctimas de esta terrorífica violencia. Nos transmiten su tristeza, su enojo y necesidad de justicia. No dejemos que vuelva a suceder, y hagamos justicia desde la memoria y la empatía.